Esta carta, tercera de una serie, forma parte del nuevo libro, Cartas a Nicole: Para cuando despiertes a tu adolescencia, escrito por el autor para su pequeña hija Nicole Marie, de cinco años. El libro publicado el 20 de diciembre está disponible en la librería Biblio Services en Hato Rey; Casa Norberto en Plaza las Américas, Librería Norberto en Rio Piedras; Librería La Casita en Aguadilla Mall y por internet en Librosondemand.com.
Querida Nicole: Quiero hablarte de una tradición navideña en Puerto Rico. Tomar ron pitorro o cañita. Mi papá prefirió dedicarse a producir ron pitorro. El ron se producía preferiblemente por las noches, cuando era menos probable que la policía te descubriera, porque no iban a caminar por los riachuelos o los montes buscando a papá. Además, producir el ron generaba unas columnas de humo, al quemar leña para calentar los barriles de melazas, que era la materia prima para obtener el alcohol y ese humo que salía de los montes o el río, delataba a papá. Te hago estos cuentos, porque algún día, cuando seas más grande te explicaré todo el proceso de cómo se producía el ron en una maquinaria sencilla que se llamaba alambique.
Papá siempre fue un padre distante y por eso notarás que en todas las historias que te cuento mamá aparece en primer lugar. Como te he contado, cuando no trabajaba en el corte de caña, trabajaba en la agricultura de frutos menores o trabajaba produciendo ron pitorro. Créeme que papá trabajaba mucho.
Papá me llevaba de noche a ayudarle a producir el ron pitorro, para no sentirse solo. El alambique se ocultaba en los montes a orillas de la quebrada donde se utilizaba el agua de la corriente para mezclar y fermentar las melazas de caña de azúcar, combinadas con levadura en pasta para fermentar las mieles. Así que aprendí a producir el ron pitorro.
A veces papá me requería que lo acompañara a caballo a distribuir el ron a sus clientes. Lo vendía en galones. Cargaba el caballo con seis galones, en dos sacos amarrados uno a cada lado de la silla del caballo y yo en ancas. Parte de la ruta la caminaba por el Rio Grande, por el cauce del Rio, donde el agua discurría entre las pequeñas piedras; parte por las riberas del rio o por trillos en los cercados de pastar ganado.
Lo importante era evitar las rutas por donde pudiera transitar la policía del Negociado de Rentas Internas. Dichos policías buscaban a los productores de ron clandestino. De adulto, para la temporada navideña, por muchos años mantuve una botella de ron pitorro en mi casa para homenajear a mis amigos. La compraba a Jacinto Pérez, el señor que trajo el primer televisor al barrio. Jacinto se dedicó hasta su muerte a producir ron pitorro, con la suerte que nunca lo descubrieron los agentes del Negociado de Rentas Internas. Papa no tuvo la misma suerte. En una ocasión lo agarraron y lo sentenciaron a tres meses de cárcel. Tras la partida de Jacinto ya no tengo a quien comprar el pitorro durante la temporada festiva de Navidad.