El contenido de este artículo sobre el tema de la estadidad para Puerto Rico es discutido por el autor, de manera más amplia, en su libro: Consecuencias económicas de la estadidad para Puerto Rico. El libro publicado en mayo de 2017 está disponible en la librería Biblio Services en Hato Rey; Casa Norberto en Plaza Las Américas, Librería Norberto en Rio Piedras y Librería La Casita en Aguadilla Mall.
Este fin de semana el Comité de Recursos Naturales del Congreso, que preside el Congresista Raúl Grijalva, demócrata por el 3er distrito congresional del estado de Arizona, de origen hispano, hijo de un bracero mexicano que ingresó a Estados Unidos en 1945, celebró vistas públicas en Puerto Rico. Grijalva, como presidente del Comité de Recursos Naturales, que tiene jurisdicción sobre los asuntos de Puerto Rico, quería escuchar a los puertorriqueños sobre los problemas relacionados a la Ley Promesa y los proyectos de reconstrucción de Puerto Rico después del Huracán María. Pero no quería hablar sobre el status ni la estadidad para Puerto Rico. ¡Oh, DIOS, que error! Grijalva apoya la estadidad para Washington DC. Fue auspiciador de una resolución del Congressional Progressive Caucus el 4 de abril de 2018, hace un año. [1]
En las vistas públicas celebradas en el Coliseo Roberto Clemente, el movimiento estadista le hizo claro su sentir al congresista Grijalva. Lo hizo mediante la utilización de una variante suave y civilizada de desobediencia civil. El movimiento estadista de Puerto Rico tiene que ejercer su derecho a la igualdad mediante el uso de la desobediencia civil. Y la juventud estadista puede ser el principal exponente del ejercicio de ese método de lucha por la igualdad.
En la primavera de 2025, 7 años a partir de 2019 y 13 años a partir de la votación mayoritaria de 2012 a favor de la estadidad, si la solución al dilema colonial toma el tiempo que le tomó a Alaska, mi pequeña hija Nicole Marie, que en el mes de abril próximo cumple seis (6) años, habrá cumplido 13 años. No tengo duda que será defensora de la igualdad política, aunque a esa fecha aún no podrá ejercer el derecho al voto. Como en la Canción de Ricky Martin, “La Copa de la Vida”, querrá “pelear por una estrella, para sobrevivir y luchar por ella”. Imagino que le interesará acudir a la ceremonia de izar la nueva bandera americana, con 51 estrellas, en el Capitolio federal en Washington DC.
Pero antes de eso, es posible que quiera participar en las marchas pro estadidad, en el Mall, frente al Capitolio Federal y quien sabe, si como joven impetuosa en su adolescencia, como un acto de desobediencia civil, quiera amarrarse a las columnas del monumento a Jefferson en algún día memorable, como el día feriado de Martin Luther King el 20 de enero de 2025.
Quién sabe, si convocando a sus pares a través de las redes sociales, querrá sentarse con la bandera prototipo de 51 estrellas, en los pasillos de los edificios del Capitolio Federal Cannon, Longworth o Rayburn de oficinas de congresistas, tal vez frente a la oficina del sucesor de Grijalva, o en los edificios Russell, Dirksen y Hart de oficinas de los senadores.
Los jóvenes son excelentes en las estrategias de desobediencia civil. Pienso que las técnicas de lucha pacífica, que han sido utilizadas históricamente para luchar por los derechos civiles y la independencia, también pueden ser buenas para luchar por la estadidad.
El infame status territorial permite la discriminación contra los ciudadanos americanos residentes en Puerto Rico. Un territorio, bajo la Constitución y las leyes de Estados Unidos es simplemente un pedazo de tierra que pertenece a los Estados Unidos y sobre el que el Congreso puede disponer cuando y como quiera. No es un Estado ni es un país. Un territorio no tiene los derechos de un Estado, ni los poderes de una nación, ni tiene soberanía. Es solamente una posesión de Estados Unidos.
Es una relación que no encaja en el modelo moderno de gobierno americano. No representa el patrón de democracia y libertad americana. Aun cuando los electores americanos residentes de Puerto Rico votaran a su favor como status territorial, su permanencia no representa un status válido, ni constitucionalmente, ni desde la perspectiva moral ni desde los principios democráticos bajo los cuales se fundó la nación americana.
La situación en Puerto Rico está madura para una decisión. La decisión del pueblo puertorriqueño debe basarse en datos económicos e información sólida, principios políticos y morales de igualdad y no en los mitos sobre el costo económico de la estadidad, que han sobrevivido más un siglo de coloniaje americano. La otra opción es que el pueblo quiera continuar la relación actual del status territorial, de inferioridad política, con las consecuencias devastadoras que actualmente tiene para el desarrollo económico y social de Puerto Rico y que el Congreso lo acepte así, en violación de las normas del derecho internacional.
Parafraseando a Martin Luther King, los defensores de la estadidad deben amarrarse a una verdad: que todos los hombres y mujeres son creados iguales. Que los vientos de tormenta de la revuelta estadista deben continuar hasta sacudir los cimientos de nuestra nación, hasta que emerja el día brillante de la justicia. Los estadistas deben marchar y hacer un juramento de luchar hacia adelante, sin virar atrás, porque, como Martin Luther King, “rehusamos creer que el banco de la justicia esté en quiebra”.
Ninguna lucha por los derechos civiles ha logrado ser exitosa sin un ataque agresivo, determinación, perseverancia y desobediencia civil. Conlleva un ataque agresivo en pelear la lucha en el corazón de la Nación Americana, el Congreso, mediante un cabildeo y desobediencia civil intenso. Conlleva determinación en fijar la meta de conseguir la estadidad, establecerlo como prioridad, fijar un calendario de acción y ejecutarlo. Conlleva perseverancia para ser insistente, no cejar ni perder la fuerza de voluntad ni amilanarse ante las derrotas temporales que el proceso pueda sufrir. Conlleva desobediencia civil en retar al Congreso. Sentarse en las escalinatas del capitolio federal, los pasillos y las oficinas de los congresistas y senadores para demostrar el compromiso con la aspiración de ser iguales.
Citando a Don Luis Muñoz Marín, … “No somos pro americanos… somos americanos. No nos cobija la ciudadanía americana, la llevamos dentro. Creo que nuestra función es enriquecer la Unión Americana con nuestra presencia…. y no meramente agregarle un pedazo más de similitud a la Unión Americana”. Luis Muñoz Marín – Diario de Sesiones de la Asamblea Constituyente.
Los estadistas podrán ser acusados de anarquistas, como ha ocurrido con casos anteriores en otros territorios que lograron la estadidad ejerciendo desobediencia civil; podrán ser acusados de querer conseguir su objetivo de manera irregular; podrán ser acusados de rufianes y aventureros como se les acusó en el caso de California cuando luchaba por la estadidad, pero al final del camino la igualdad política triunfará y la nueva bandera de 51 estrellas será izada en todos los edificios públicos de la Nación un 4 de julio, de un año futuro que no debería estar muy lejos.
[1] https://cpc-grijalva.house.gov/press-releases/congressional-progressive-caucus-members-unanimously-cosponsor-dc-statehood-bill/. “It’s an embarrassing shortcoming of our democracy that the 700,000 residents of the District of Columbia who serve in the military, pay taxes, and vote for their local leaders, have no voting representation in the U.S. Congress,” said Rep. Grijalva. “Like every other place in the nation, D.C. residents deserve the opportunity to control their budget and laws and have a vote in Congress to represent the voices of their community. I’m proud to stand up for democracy, remedy this injustice, and support statehood for the people of the District of Columbia.”. Fuente: Congressional Progressive Caucus. 4 de abril de 2018