El gobernador Ricardo Rosselló, que tomará posesión del cargo el 2 de enero de 2017 y su gabinete tendrán ante sí un reto enorme para lograr las bases de la recuperación económica en tres años, a tiempo para rendir cuentas de algunos logros iniciales al electorado en las elecciones generales próximas del año 2020. Pero tienen un reto más inmediato de planificación táctica: sus primeros 90 días. A los gobernadores les evalúan sus primeros 100 días. El gabinete tiene entonces tan solo 90 días. En mi libro Crónicas de Esperanza. (2015), presento varias estrategias para los nuevos gerentes designados a posiciones de liderato en sus primeros 90 días en el puesto, basadas en ideas del profesor de Harvard, Michael Watkins.
En primer lugar, deben comenzar promoviendo en sí mismos un cambio de su esquema mental con su rol anterior no importa de donde vengan, pues están en un juego distinto, con reglas nuevas y lo que funcionó en su posición anterior no es esquema para el nuevo juego.
Segundo, tienen que acelerar su curva de aprendizaje de la gestión pública, pues no tienen mucho tiempo para aprender. Tienen que entender rápido el funcionamiento del gobierno, su estructura y la cultura política de la gestión pública. El liderato político de base no perdona errores y hay errores que resultan fatales.
En tercer lugar, tienen que hacer un pareo adecuado de cuales estrategias son las mejores para situaciones específicas. Están ante una transición política y una crisis fiscal y gerencial que requiere transformar el gobierno y no hay reglas universales de éxito en tiempos de transición. Tienen que hacer un diagnóstico claro de su agencia antes de determinar su plan de acción.
Cuarto, tienen que lograr alguna pequeña victoria en esos primeros 90 días. Las pequeñas victorias no cambian el mundo, pero te dan credibilidad. Te permite posicionarte ante los medios de comunicación y los críticos de tu gestión.
En quinto lugar, tienen que aprender a conocer al gobernador, a leer su estilo y establecer una relación de trabajo efectiva con él, así como sus expectativas y sus prioridades.
Sexto, tienen que diseñar la idea básica sobre cómo alinear la estructura de su agencia con las prioridades programáticas de la administración.
Séptimo, tienen que estructurar un equipo de trabajo, evaluar aquellos que puede retener en sus funciones y hacer que el equipo que seleccione logre química gerencial entre ellos.
Octavo, tiene que lograr crear coaliciones de apoyo. Influenciar personas dentro y fuera de la agencia, lograr alianzas y portavoces de sus ideas para sembrar la semilla del éxito.
Noveno, tiene que mantener el balance y no perder el equilibrio de mantener un buen juicio en sus decisiones. Si pierde perspectiva, se convierte en una carga para el gobernador. Sobre todo, tiene que mantener el apoyo de los legisladores y los alcaldes que pueden pedir su cabeza.
Finalmente, tiene que ponerle patines a toda la gerencia de la organización para que corra a su ritmo y pueda impulsar la transformación del gobierno.
Me parecen excelentes esos nueve puntos resaltados. En papel quizas se vea más fácil, pero con empeño, buena volunta y deseos de dar el máximo; es posible.
No cre que a estas alturas de los tiempos, nadie piense que dirigir una Agencia del gobierno, no sea un reto; máximo un gobierno como ha quedado el nuestro y con una Junta Fiscal, fiscalizando (valga la redundancia) cada movimiento; pero todo aquel que tenga apetito de ver hasta donde es capaz de desarrollarse, tiene la oportunidad de hacerlo.
Es un excelente reto!